X-Men: Dark Phoenix, el decepcionante cierre de una saga
Tres años han pasado desde la última vez que vimos a los X-Men en acción; el equipo más importante y popular de los cómics de Marvel ha recibido un sinfín de películas, incluido el reboot iniciado con X-Men: Primera Clase, donde unos jóvenes mutantes hacían gala de nuevas habilidades, personalidad única y una increíble nueva historia que gustó a fanáticos y crítica por igual, logrando con ello tres secuelas que lamentablemente han venido de más a menos. Hoy hemos visto ya la nueva entrega en la franquicia, que en primera instancia buscaba dejar en alto la historia del Dark Phoenix / Jean Grey sin aparente idea de lo que buscaban como producción.
X-Men: Dark Phoenix se sitúa pues unos años después de los hechos vistos en X-Men: Apocalípsis, que por cierto, ya nos había dejado con un agridulce sabor de boca, sobre todo considerando lo alto que logró llegar X-Men: Días del Futuro Pasado, y sus increíbles secuencias que alternaban entre las dos generaciones de héroes dejándonos con la boca cuadrada en más de una ocasión. La fórmula para esta ocasión quiso verse renovada de cierta manera, utilizando elementos característicos del cine de género, sin que esto logre cuajar en una buena idea. La dirección de Simon Kinberg vuelve a quedarse opacada por un trabajo casi impecable de Brian Synger en el pasado, y aunque quisiéramos decir que el controversial Synger no hace falta, estaríamos engañándonos a nosotros mismos.
Luego de llevarnos hacia atrás dentro de la cronología mutante, este largometraje intenta contarnos el pasado oscuro de Jean Grey (Sophie Turner), en una serie de hechos bastante parecidos a las historietas y hasta el momento de la primera pantalla de presentación, todo pareciera ir de maravilla. Sin afán de hacer ninguna clase de spoiler, los problemas en la trama de X-Men: Dark Phoenix comienzan desde el momento que vemos al equipo elegido por Charles Xavier llevar a cabo una misión no del todo exitosa, que sólo sirve para dejarnos pensando seriamente si esas habilidades que vemos en pantalla son de verdad el límite de nuestros protagonistas.
La aparente calma que se tiene con los humanos “mortales”, provoca que el trasfondo mutante se pierda demasiado, y aquellos valores de aceptación personal pasan a segundo plano, quedándose visiblemente de lado para despertar a un ave fénix que a ciencia cierta, no es tan imponente como hubiéramos deseado. Los escritores de la cinta parecen haber querido añadir cosas a un tronco histriónico que por sí solo ya contienen los ingredientes adecuados y creo que eso es lo que más me molestó en las casi dos horas de X-Men: Dark Phoenix. Las libertades que se tomaron en el trabajo de pre-producción deja mucho que desear y si Disney no está pensando en seguir usando a este elenco, francamente no encontramos sentido a casi nada de lo que vemos en esta secuela.
Quizá uno de los puntos débiles más notorio en el largometraje, es la ausencia de momentos épicos o secuencias de acción frenéticas. Al querer otorgarnos mayor jugo en la historia, el guión recae en diálogos flojos, encuentros sentimentales planos, pérdidas importantes que se vuelven insignificantes y un desenlace más plano que la tierra para los terraplanistas. Nuestros Hombres (y mujeres) X parecen haber perdido todas las capacidades adquiridas en entregas pasadas, y si de por sí algunos de ellos ya parecían metidos a la fuerza, ahora lo confirman a grandes pasos. Es triste que luego de ver a Magneto cargar un estadio completo, ahora se limite cargar un simple vagón de metro y hasta ese le cueste trabajo; y esa no es la peor de las situaciones. Otros personajes importantes, como Charles Xavier, Scott (Cíclope), Nightcrawler y la misma Jean Grey no logran demostrar todo el potencial que pudieron haber tenido, tomando en cuenta el arco argumental elegido en esta ocasión. Si buscan otra de esas escenas en las que Quicksilver salva a todos en cámara lenta, mejor vayan preparándose para la decepción.
Del lado positivo, el elenco que ha venido conquistándonos desde hace algunos años, logra mantener esa garra que nos hace desear seguir viéndolos en un posible futuro del Universo Cinematográfico de Marvel. Eso sí, es por mucho su actuación más mala en lo que va de esta saga y aunque sabemos que no es del todo su culpa, nos hubiera encantado que le echaran un poquito más de ganas. Michael Fassbender, quien había sido el mejor de todos y que en conjunto con James McAvoy había logrado cargar en sus hombros a todo un séquito de actores sin tanta experiencia o popularidad, en X-Men: Dark Phoenix nos dejan con una sensación bastante pobre, que no puede ser rescatada ni con el intento de reencuentro emotivo en los minutos cercanos al final.
Por otro lado, es posiblemente una de las cintas de súper héroes con menor inversión en efectos especiales, siendo estos bastante pobres y aunque no llegan a ser malos, sí que se sienten débiles o insuficientes. Las ventiscas, lluvia y truenos de Tormenta, son quizá lo más deleitable para nuestra vista, y aun así creemos que pudieron haber sido trabajados de una manera más épica, si es que de verdad pensaban dejar satisfechos a los fanáticos que se darán cita para ver -posiblemente – la última aparición de este equipo, antes de la incorporación total al roster de Disney y Marvel Studios. Inclusive las locaciones terrestres y espaciales son modestas, tirándole a malas y el maquillaje en los “villanos” es aún peor.
Enfocándonos enteramente en los villanos, X-Men: Dark Phoenix nos presenta a una nueva raza alienígena, que aparentemente es más poderosa de lo que habíamos creído hasta ahora y que nunca se logran sentir como una amenaza verdadera. Jessica Chastain, quien encabeza a estos, ofrece un papel flojito y genérico que seguramente quedará en el olvido bastante pronto. No hay un momento de inflexión verdadero, giros a la trama o altercados que nos hagan pensar que los protagonistas se encuentran en verdadero peligro y esto resta muchísimos puntos de cara al nudo final.
En conclusión, X-Men: Dark Phoenix es una película de acción regular, que bien podríamos colocar como una de las peores dentro del universo actual de los mutantes en el cine. El arco argumental de Jean Grey, inclusive está mejor plasmado en la fuertemente criticada X-Men: La Batalla Final, y aunque nos duele admitirlo, los “arreglos” que le hicieron, más allá de mejorarla solamente la empeoran. Del lado positivo nos encontramos con un casting bastante bien elegido que por supuesto nos encantaría volver a ver considerados dentro de los planes de Disney; eso sí, con una trama bien escrita que por fin forme parte de un fin mayor. La curiosa decisión de “ablandar” las capacidades de nuestros protagonistas, es posiblemente la peor de todas, convirtiendo a esta secuela en un largometraje que bien pudiera dejarse pasar sin repercusión alguna.
Nota del editor: creemos haber encontrado indicios del origen de un equipo que preferimos no mencionar para no arruinar su experiencia. Si lo ven también nos lo dicen en los comentarios.